Historia

Si las piedras hablaran… I – La cruz del potro.

 

Con esta entrada, vamos a empezar una serie dedicada a las inscripciones y monumentos en piedra del pueblo. Algunas son tumbas, otras monumentos conmemorativos. En esta ocasión vamos a hablar de la cruz del potro. Actualmente y desde hace muchísimos años permanece partida y apoyada en la esquina de la casa que existe junto al potro.

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Siempre se han contado varias versiones sobre su origen. Una de ellas decía que esa cruz se hizo porque durante la invasión francesa  los soldados de Napoleón matarón ahí a un pizarreño. Podría ser puesto que los soldados napoleónicos estuvieron muy presentes en esta zona, especialmente en Piedrahíta y el Puente de Congosto. Sin embargo, es imposible porque la cruz está fechada en 1881 mientras que la Guerra de Independencia se da entre 1808 y 1814.

 

Una segunda versión decía que sin más era una parada  del Via Crucis que se hacía por la calle. Hay otros puntos y cruces de los que hablaremos que servían para esto. Sí sabemos que se le dio ese uso.

 

Sin embargo, también existe una tercera versión no tan extendida. Hace mucho tiempo, hablando con   alguno  de los abuelos que vivían cerca (quizá Pepe y Rita o Domingo y Rita) contaron que había oído contar que esa cruz “se puso porque se había matado uno de los que estaban haciendo esa casa” sobre la que está apoyada. Es decir, en un accidente durante su construcción.

En el libro de difuntos  de los archivos parroquiales correspondiente a esas fechas el asiento correspondiente al quinto fallecido del año 1881 indica que:

a cinco días del mes de Febrero del año mil ochocientos ochenta y uno (….) di sepultura eclesiástica al cadáver de Antonio Fernández y Hernández, hijo de Pedro y Paula de esta vecindad. (…) Falleció el día 3 del presente mes y año a consecuencia del aplastamiento del cráneo según manifestación del juzgado municipal. No recibió ningún  auxilio espiritual por haber muerto repentinamente, cayendo una piedra encima de la cabeza…

cruz-potro-1881

 

Antonio Fernández tenía, según se indica, sesenta y cinco años y por lo que parece sus padres Pedro y Paula, su viuda Martina u otros vecinos  decidieron erigir esa cruz, que sigue apoyada en la esquina de la casa, en su recuerdo.

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